Las recientes disposiciones del gobierno de la «Nueva Primavera», con su anuncio de las nuevas «ayudas sociales» hacen que el guatemalteco promedio inevitablemente compare el actuar de estas autoridades, con el de gobiernos anteriores. Entre medidas populistas y clientelares, la izquierda guatemalteca sigue haciendo gala de su mejor estrategia política; crear dependencia de «papá» Estado.
Los liberales clásicos reconocemos en el actuar del presidente Arévalo las mismas prácticas de antaño. El afianzar voluntades y adeptos a cambio de dádivas, como lo son los programas de aportes económicos a familia guatemaltecas, solo genera que se perpetúe el sistema de redistribución de la riqueza y se garantice parcialmente el voto para futuros procesos electorales.
Si el objetivo de las autoridades es mejorar realmente las condiciones de vida de los guatemaltecos, no seguirían repitiendo los mismos errores de antaño. Solo con estudiar la historia reciente de nuestro país, queda en evidencia que las «ayudas» que da el gobierno, solo convierten al guatemalteco en un esclavo del sistema, uno que es dependiente de lo que los politiqueros de turno dispongan y al que se le obliga a ser agradecido con la «caridad del Estado protector».
De «caridad» nada, y de ayuda menos. Los programas que destinan aportes económicos del gobierno a la población, como las transferencias condicionadas, programas de ayudas temporales o los famosos subsidios, no son más que la expoliación y la redistribución de la riqueza de quienes de por sí tienen poco, hacia quienes tienen menos o nada.
Un robo en toda la expresión de la palabra, ejecutado a través de actos coercitivos desde el aparato estatal como lo son los impuestos progresivos, en su mayoría inmorales, que buscan aplicar «justicia social», es decir: quitarle al que tiene mucho y darle al que no tiene. Pero esto no es realmente justicia. Pregúntese estimado lector, si ¿Realmente es justo que el poco dinero que gana lo saquen de sus bolsillos y se lo den a otras personas? Dinero que se devalúa cada día más derivado de las políticas Keynesianas de los mismos gobernantes, que lo invitan a ser “justo”.
El sistema de gobierno estatista usurpa funciones poderes y recursos, coarta libertades y vulnera nuestra capacidad de enriquecernos dignamente, nos pone trabas para trabajar, desincentiva la producción y la inversión, y al seguir ejecutando las políticas públicas de izquierda, propias de su naturaleza; regulando, estatizando y cerrando los mercados, no genera las condiciones de orden, justicia y libertades verdaderas que le permitirían al guatemalteco salir del subdesarrollo y la miseria y dejar de ser dependiente de esas mal llamadas «ayudas sociales».
También es el principal responsable de que nuestro dinero valga cada vez menos, al imprimir papel moneda sin respaldo real, nos roba, nos mantiene pobres y ni siquiera para ayudar es bueno. Pan para hoy, hambre para mañana y estatismo todo el tiempo.
Es solo a través de la apertura de los mercados que se genera el bienestar y se trae prosperidad para las familias guatemaltecas, y esto se logra, limitando al gobierno a sus funciones propias y naturales, enfocando al gobierno a lo que puede y por lo tanto debe hacer, encargarse de la seguridad, la justicia y de las obras públicas de infraestructura, ejecutando las políticas públicas ausentes en nuestra Guatemala; desregulado, privatizando y abriendo los mercados para la gente y devolviéndole el valor a nuestra moneda con el retorno al Patrón Oro clásico, esa es la mejor manera en que un gobierno puede ayudar realmente a que la gente salga de la miseria.
Si te interesa saber cómo podemos hacer posible estas últimas propuestas para nuestro país, te invito a que me escribas un comentario.